sábado, 27 de diciembre de 2014

El caldo de Navidad

Cuando la conocí, ya era muy mayor. Sin embargo, no tenía mucho en común con las mujeres de su edad que había conocido hasta entonces. Vivía rodeada de sus cosas en un magnífico piso del Eixample barceloní. Las habitaciones, decoradas con muebles antiguos, estaban llenas de objetos curiosos, fotografías y libros. Su casa tenía el aspecto abigarrado de los primeros museos: andróminas de épocas y de lugares lejanos, cada una con su historia.

Había viajado hasta latitudes que, por aquel entonces, tenían nombres de novela de aventuras. Leía en francés, porque en esta lengua había aprendido a hacerlo. Tenía un piano que ya no tocaba y unos bonitos dibujos de su juventud. Vestía ropa cortada a medida, de colores claros y telas bordadas. Se había separado de un hombre al que ya no amaba. Se hacía la manicura, cuidaba sus cejas y mantenía bien peinado su pelo blanquísimo.

Cuando yo la conocí, la enfermedad había encorvado su espalda, quitando gracia a su figura, dándole el aspecto de una princesa prematuramente envejecida. Sin embargo, era fácil intuir en sus rasgos la belleza que un tiempo fue. Sus retratos mostraban una mujer de pelo rubio y ojos azules, con pestañas largas, nariz pequeña y abierta sonrisa.

Al morir, dejó a uno de sus nietos su anillo de compromiso y la vajilla de la Cartuja que sólo sacaba en Navidad. El nieto me hizo entrega de ese anillo el día que se casó conmigo, cuando trajo a casa los platos y la receta del caldo.

…Hay que preparar el caldo con extrema cura, justo el día de la vigilia, añadiéndole los ingredientes poco a poco, sin prisa

Durante horas el caldo hierve en mi cocina, apoderándose de todos los cacharros que tengo, mientras lavo la vajilla buena y las copas de cristal. El caldo ocupa mi tiempo y alimenta mis inseguridades… hasta que uno de nosotros lo prueba – quemándose un poco la lengua – y sentencia que ya está, que ya podemos apagar el fuego y dejarlo reposar en la oscuridad de la noche.

La mañana siguiente, lo “decantamos”, lo filtramos y lo dejamos listo para hacer la sopa de galets. Guardamos la carn d’olla, colocamos en bandejas las pilotas, las butifarras, los garbanzos, la col y las patatas y vamos sacándolo todo en procesión. Yo no lo sabía, porque soy de otro país, pero la preparación del caldo es, para mi familia, un verdadero ritual, en el que todos tenemos un papel asignado. 

Cuando nos sentamos a comer, de golpe se hace el silencio. Estoy expectante, observo las caras de mis comensales que acaban de probar la primera cucharada… Las tradiciones me gustan y me sabe muy mal que se pierdan por simple desidia. Por eso, aunque me cueste mucho trabajo, el día de Navidad, en mi casa, servimos el caldo de la abuela, el caldo de la postguerra, hecho con todo lo que da sabor a la vida.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Las cejas

Recuerdo que de pequeña me llamaba la atención que algunas mujeres llevasen unas cejas tan retocadas que, prácticamente, ya no tenían. Mi madre me explicaba que las chicas de su época, los años 70 del siglo XX (¡suena terriblemente lejos! ¡NOOO! ¡El tiempo, otra vez!), solían depilarse las cejas de esa manera, porque estaba de moda llevarlas muy finas y arqueadas.

A mí no me gustaban nada y afirmaba, con esa contundencia tan propia de los niños, que nunca en la vida depilaría mis pobladas cejas ni con cera ni con pinzas. No pensaba arriesgarme a que luego me quedasen como las de la mamá de una niña de mi cole… La mujer en cuestión tan solo tenía dos finísimos hilos de pelos, que conferían a su cara la expresión perenemente estupefacta de una muñeca de porcelana entrada en años.

Al hacerme mayor, cambié de parecer y, estudiando mi cara, pensé que, si me quitaba algún pelo por aquí y otro por allá, podía dar a mis cejas un diseño un poco más limpio, sin perder demasiada naturalidad. Me las ingenié para hacerlo yo sola, ya que siempre me ha gustado cuidar mis detalles estéticos en primera persona. Empecé descartando el uso de la cera, después de haber visto cómo quedaba la piel del contorno de ojos de una compañera de la facultad que se había empecinado en volver a los 70. Acaté el consejo materno de usar solo las pinzas y de evitar la depilación del arco superior.

En aquellos años universitarios, acabé de revisar mi look y pasé de tener cara de niña a tener cara de mujer, casi sin darme cuenta. Desde entonces, mis cejas no han cambiado mucho: mantienen, más o menos, el mismo diseño. Sin embargo, hace muy poco, he descubierto el arte de maquillarlas.

En mi caso maquillar las cejas no presupone dibujarlas de nuevo; sino, simplemente, consiste en rellenar los espacios vacíos, para dar al conjunto un aspecto más compacto. Un buen diseño acompañado de un buen maquillaje puede avivar notablemente la mirada.

Los productos de maquillaje aptos para las cejas son básicamente polvos y lápices. Los polvos han de ser mate y los lápices, desde mi punto de vista, no demasiado blandos ni cerosos, si no, adiós al relleno en cinco minutos. Por lo que respeta a los colores, creo que es mejor escoger una tonalidad que no sea exactamente la misma que la de las cejas naturales, sino ligeramente más clara, para no correr el riesgo de parecernos  a una máscara veneciana...

Como decía, empecé a maquillar las cejas, hace aproximadamente un año, para ver cómo me quedaban. El experimento estético coincidió con un viaje de mi marido a los Estados Unidos… El pobre se fue con una lista de productos entre los cuales había uno de la marca Anastasia Beverly Hills. Cumplidor, volvió con un kit para cejas de la susodicha marca, en la tonalidad “brunette” que me encantó por su calidad. Teniendo luego la oportunidad de viajar a New York, yo misma, habiendo adquirido un conocimiento enciclopédico sobre Anastasia Soare y su sabiduría, compré unos cuantos artilugios más, para realzar el diseño de mis cejas.

Estos productos no se venden en España, pero se pueden adquirir por internet, por ejemplo, en la tienda www.beautybay.com

ABH Brow Wiz. Skinny Brow Pencil, en la tonalidad “Dark Brown”: es un lápiz de mina finísima, de precisión, que permite, si quieres, dibujar las cejas pelo por pelo; no es mi caso, pero para aquellas mujeres que en el pasado se excedieron con las pinzas… puede ser una solución fácil. Lo compré en ULTA por el precio de 21$ (en Beautybay, por 18 euros).

ABH Dipbrow Pomade, en la tonalidad “Dark Brown”: se trata de una especie de sombra compacta, de acabado cremoso que se extiende con extrema facilidad. El resultado es muy discreto, pero absolutamente efectivo. Se aplica con pincel de púas rígidas y corte diagonal, apto para el eyeliner en gel. Lo compré en Sephora por el precio de 18$ (en Beautybay, por 11.30 euros, si no me equivoco, porque al cambio debería ser más caro).

ABH Brow Gel: es un gel de cabado transparente para mantener las cejas en su sitio. He de decir que, si los otros dos productos me parecen realmente buenos, éste no es nada del otro mundo. Hay geles para cejas de muchas marcas, incluso low cost, que van igual de bien o hasta mejor. Lo compré en Sephora por el precio de 22 $ (en Beautybay, por 19,20 euros).

ABH Brow Duality: es un lápiz de doble punta que sirve para aclarar la zona del arco inferior o bien para crear unos puntos de luz. Una mina es mate, la otra, brillante. Se difumina muy bien con los dedos, no hace falta trabajarlo mucho para que obtener el efecto "ceja limpia". Lo compré en Sephora por el precio de 23 $ (en Beautybay, por 19,80 euros).


La marca Anastasia Berverly Hills no es barata, pero sus productos son muy buenos. Hace meses que los utilizo casi a diario, evidentemente alternándolos – no me los pongo todos juntos a la vez… y estoy muy contenta de su rendimiento. De hecho, ya no sé verme sin… El pequeño inconveniente de siempre. 

viernes, 12 de diciembre de 2014

La revolución

Empleamos la palabra revolución, cuando queremos referirnos a cambios repentinos en el rumbo de la historia. Entiéndase de la historia universal o bien de nuestra, pequeña e insignificante, historia personal.

Como suele pasar, la búsqueda de su significado más profundo nos lleva al latín. La palabra deriva de una raíz verbal, volv-, que quiere decir “voltear, rodar”, a la que se antepone el prefijo re-, que le añade el matiz de “repetición” y “énfasis”. Cocinando juntos estos dos conceptos, obtenemos la idea de algo que gira y vuelve a girar. Por lo tanto, cuando se produce una revolución, pasamos de un estado a otro, de una perspectiva conocida a una nueva, aún por conocer.

La revolución francesa puso fin al absolutismo de las monarquías europeas. La revolución americana llevó a la fundación de Estados Unidos. La revolución industrial trajo nuevos sistemas de producción y modificó para siempre la estructura de la sociedad. En la historia de cada pueblo y en la de cada uno de nosotros, se han producido y se producen revoluciones, para bien o para mal.

Hace relativamente poco, parece que se ha producido una revolución en el mercado del maquillaje: el adviento de las marcas low cost, especialmente de procedencia británica, como Barry M, Sleek o Make Up Academy. Son éstas las que están de moda y han desbancado las ya conocidas Essence o Catrice.

Es sabido que, por tradición ancestral, lo que cuesta poco, vale poco… y si te lo dan gratis, debe ser que no vale nada. Sin embargo, por lo que se ve (bueno, más por lo que se dice), hay marcas de bajo coste que desmienten esta creencia. Y aquí tenemos… ¡El cambio de perspectiva! Esto es lo que busca Make Up Revolution. Y de momento, creo que lo está consiguiendo, sobre todo gracias a la vox populi de You Tube.

Naturalmente, una, que no se puede quedar atrás, ha estado investigando el asunto y, como siempre con la complicidad de su amiga Berta, ha reunido una pequeña colección de muestras. La marca Make Up Revolution se puede adquirir en las perfumerías Primor o bien en la página web www.maquillalia.com [1].  

Éstos son los productos que han caído en mis manos:

·       Vivid Baked Blush, en las tonalidades “Loved me the best”, “All I think about is you”, “Bang Bang you’re dead” y “Hard day” (alguien ha invertido cierto tiempo en bautizarlos, es evidente). Son coloretes muy pigmentados, con efecto iluminador, de aspecto marmoleado, parecidos a los de Hourglass. Valen 3,25 euros y, por el precio, cumplen muy bien con su cometido, ya que tienen una discreta duración. La nota negativa, para mí, es que evidencian un poco los poros. Las imágenes siguen el orden en el que se han citado los nombres de los productos.


·         Blush and Contour. Ultra profesional blush palette en Hot Spice y Sugar and Spice. Cada una de las paletas contiene 7 coloretes y un iluminador. Los colores son bastante comunes, en tonalidades adecuadas para cada día y parecidos entre ellos. Pigmentan bastante, tienen acabados diferentes, algunos mates otros shimmer. Los iluminadores no son de mi gusto, porque viran demasiado al plateado. El precio de cada paleta es de 7,99 euros.
Sugar and Spice

Hot Spice

·         Ultra Cover and Conceal Palette en Light. Es una paleta de 8 correctores de consistencia muy cremosa, muy glow… Pero cubren poco y duran poco, hechos que comprometen mucho la calidad del producto. El precio es de 7,99 euros.
Correctores

·         Ultra profesional Eyeshadow en Flawless. Es una paleta de 32 sombras de ojos, que tiene colores muy llevables, en la cuerda de los neutros, algunos mates, la mayoría shimmer, de tacto muy suave, de alta pigmentación y bastante resistentes. Las sombras son bonitas y se esfuman fácilmente. El precio es de 9,95 euros.
Paleta de sombras

He de decir que si se busca algo de buena calidad en cuanto a ingredientes, estos productos no responden a tal exigencia. Las sombras de ojos y los coloretes están hechos a base de talco y mica, contienen siliconas y parabenos. La parafina líquida es otro ingrediente muy presente: los correctores son parafina con color. Ojo, estos materiales son ampliamente utilizados en la realización de productos cosméticos de gamas distintas. Pero hay que decir que, a menudo, las marcas que quieren diferenciarse especifican que no los llevan, porque son baratos y de poca calidad.

De lo contrario, si lo que se busca es variedad, rendimiento aceptable y precio bajo, Make Up Revolution cumple con estas expectativas. Y gastando poco, te llevas mucho, la cual cosa también es de agradecer. ¿Verdad, Berta?





[1] Tanto las perfumerías Primor como la página web de Maquillalia merecen una entrada a parte, porque creo que han hecho mucho para las adictas como yo.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Hourglass o el reloj de arena


Hourglass en inglés significa “reloj de arena”, un antiguo instrumento para medir el tiempo.

Las tres personas que han leído mis entradas anteriores han intuido que el paso del tiempo me abruma. Por eso, intento olvidarlo… Cuando mis alegados me lo hacen notar, yo me justifico, diciendo que es un mal propio de mis antepasados y que con las herencias no hay nada que hacer.


Ya lo contaba el mito: el paso del tiempo se come a sus hijos. Cronos, intentando vencer la inexorabilidad de un fato que le preconizaba muerte cierta a manos de uno de sus vástagos, devoraba a los suyos, recién nacidos. Es una historia terrible, como la mayoría de los relatos griegos. Goya, fascinado por los aspectos más oscuros del alma humana, pintó un cuadro, hoy expuesto en el Museo del Prado, que representa perfectamente el horror de este cuento. Los ojos abiertos, casi salidos de sus órbitas, del titán y su boca deforme, manchada de sangre, no anuncian nada bueno. ¿Verdad? O sea que las autoridades del pasado confirman mis temores...

Pero, volviendo a los relojes de arena, hay que decir que, para mí, tienen una gracia especial. La arena va cayendo a un ritmo constante, deslizándose elegantemente dentro de la fina estructura de cristal. Es una imagen hechizadora, la única capaz de atrapar el tiempo, dando forma material a algo que no la tiene.

Desconozco el planteamiento que hay detrás del nombre de la marca de cosméticos Hourglass, sin embargo me gustaría pensar que la elección tiene que ver con la idea de dar la vuelta al tiempo para que la cuenta atrás nunca llegue a su fin. Hourglass es una marca americana de productos de alta gama, que aún no se comercializa en España – en Italia solo se pueden adquirir en una tienda Sephora de Milán – pero que se puede comprar por internet (www.net-a-porter.com) o bien yendo de viaje a Gran Bretaña[1], si no se puede ir a los Estados Unidos.

La marca es muy famosa por sus bases de maquillaje, polvos de acabado, primers y labiales. Tengo tres productos, que han llegado a mis manos por caminos distintos. Dos los compré yo, con mis ahorros ad hoc este verano en Nueva York, mientras que otro llegó a través de un amigo de la hermana de mi amiga Berta, que estaba de viaje de trabajo por Escocia. De entrada, hay que decir que los precios al cambio son muy diferentes y que comprar en dólares resulta mucho más ventajoso que comprar en libras[2].

Productos adquiridos en Estados Unidos:

AMBIENT LIGHTING BLUSH
Mood Exposure
  • Ambient Lighting Blush, en la tonalidad Mood Exposure. Tal y como nos indica el fabricante, no contiene parabenos, ni talco, ni fragancia, ni gluten, ni nanopartículas (¿esto último a qué debe referirse?), tiene un acabado multidimensional que exalta los pómulos confiriendo al rostro una luminosidad natural.  El colorete es pigmentado, ligero, se esfuma con facilidad y basta una sola aplicación para obtener un aspecto sano. Lo compre en la tienda Sephora de Times Square al precio de 35$ (28,50 euros) por 4,5 gramos de producto.

AMBIENT LIGHTING POWDER
Mood Light
  • Ambient Lighting Powder, en la tonalidad Mood Light. Tiene las mismas características de composición que el blush. No es un iluminador, sino un polvo de acabado, finísimo y delicado, que se aplica sobre el rostro. Tengo que decir que difumina muy bien las imperfecciones, tiene un alto rendimiento si se aplica para sellar el corrector y da un aspecto compacto a la piel. Hay que aplicarlo con cuidado y mano ligera. Lo compre en la tienda Sephora de la séptima avenida, al precio de 45$ (36,60 euros) por 10 gramos.

Producto adquirido en Gran Bretaña:

    AMBIENT LIGHTING PALETTE
  • Ambient Lighting Powder Palette, una paleta con tres tonalidades: Dim Light (famosísimo), polvo de tono neutro que difumina imperfecciones; Incandescent Light, polvo opalescente que aclara la complexión; Radiant Light (muy bonito), polvo oro-beige que exalta los rasgos. Los productos se pueden utilizar por separado o bien, aplicándolos con maestría, en combinación según lo que se quiera potenciar. En Estados Unidos vale 58$ (47,30 euros), pero si lo compras en Gran Bretaña te cuesta 56 £ ( 70 euros!!!).

Swatches de Mood Exposure
 y Mood Light
Swatches de Dim, Incandescent
y Radiant Light
Concluyendo, en primer lugar, me gustaría remarcar que el blush Mood Exposure y el Lighting Powder Radiant Light son los que mejor casan con las pieles pálidas y cetrinas, como la mía. Los demás quedan bien con todo tipo de piel, pero Incadescent Light es más adecuado para tonos rosados. En segundo lugar, me gustaría añadir Hourglass es una marca cruelty-free, con un packaging elegante y sencillo (se ensucia fácilmente). Sin duda, es cara pero, ahorrando un poco y escogiendo bien, se puede comprar algo verdaderamente bueno y funcional. Y efectivamente estos tres productos dan la vuelta al reloj de arena, aunque solo por poco tiempo.





[1] Se puede encontrar en tiendas de la cadena Space NK.
[2] Claro está  que viajar a Estados Unidos comporta un gasto importante que no se puede asumir así como así.  

martes, 2 de diciembre de 2014

Los domingos mi casa es un spa

El transcurrir de los días de la semana marca y define el ritmo vital del trabajador. Los lunes son traumáticos: caras largas y somnolientas entre los pasajeros del autobús lo delatan. Los miércoles parece que las cosas mejoran, ya se ha llegado al ecuador. Los viernes son jauja, a pesar del cansancio acumulado.

Cuando llega el fin de semana, pero hago de todo menos descansar. Sigo trabajando en asuntos más cotidianos, de supervivencia familiar. El sábado me levanto pronto, recojo, pongo una lavadora, desayuno, me ducho, me maquillo y salgo para mi clase de inglés. Luego, voy corriendo al súper, hago la compra de la semana, vuelvo a casa, ordeno lo que he comprado, empiezo a preparar la comida, tiendo la lavadora… Me ahogo con solo escribirlo, sin embargo estoy segura que la mayor parte de la mujeres saben de qué estoy hablando.

Los domingos por la mañana ahondo más en mi papel de maruja, pero, cuando acabo de hacer todo lo que  tengo apuntado en mi lista de labores del hogar… Mi casa se transforma en un spa, por lo menos durante un par de horas… Unas dos horitas a la semana que puedo dedicar al cuidado personal. 

Antes de seguir, he de admitir que cada día dedico unos minutos, tanto por la tarde como por la mañana, a mi mantenimiento. Pero los domingos me entretengo en una skin care más cuidadosa. A continuación, voy a explicar qué “protocolo de actuación” suelo seguir.



En primer lugar, humedezco mi cara con agua tibia y procedo a aplicarme Purity de Philosophy, un producto de limpieza facial que quita los residuos de maquillaje sin resecar la piel. Me gusta mucho su consistencia tipo gel y el hecho de que haga una espuma poco espesa, pero a la vez muy eficaz. El único problema es que aquí en España no se vende, hay que comprarlo por internet (por ejemplo, en www.skinstore.com).


En segundo lugar, aplico un exfoliante de Kiehl’s que se llama Epidermal Re-Texturizing Micro-Dermabrasion. A pesar su nombre casi amenazador, es una crema bastante agradable al tacto, que contiene abundantes gránulos muy pequeños de origen vegetal. Es evidente que el grado de agresividad del producto va ligado a la intensidad con que se efectúe el masaje sobre la piel. A masaje delicado, exfoliación suave; a masaje contundente, escozor evidente (rima interna). El resultado es un buen peeling: la piel se ve muy limpia y sin irregularidades. Se puede comprar en las tiendas de la marca o en los corners Kiehl’s del Corte Inglés.

El tercer paso consiste en la aplicación de una mascarilla bastante famosa entre las seguidoras del mundo beauty. Se trata de la GlamGlow caja negra, como la llamo yo. Está preparada a base de minerales volcánicos, argila marina y hojas de té verde. La consistencia es fangosa – de hecho, parece un barro gris – y los fragmentos de hojas son muy grandes. Hay que aplicarla, evitando como siempre la zona del contorno de ojos, creando un estrato no muy espeso que se seca en unos diez minutos.
La sensación que da, en un primer momento, es de calor difuso, que va disminuyendo a medida que pasan los minutos. Una vez retirada con agua tibia, la piel queda ligeramente enrojecida, pero muy compacta y de tono igualado. Se puede encontrar en las tiendas de Sephora.

Como último paso, extiendo con un disco de algodón unas gotas de tónico de Clarins que se llama Doux Exfoliant. Lotion de clarté a base de tamarindo y ortiga blanca. Que no os de miedo este último ingrediente, el tónico no es para nada irritante, al contrario deja una sensación de alivio y frescor. Las instrucciones de uso recomiendan que se deje actuar un minuto antes de proceder a la aplicación del producto hidratante. Compre este producto siguiendo el consejo de mi amiga Berta  (www.bertalabs.blogspot.com), mujer de ojo avizor, que tiene unas exigencias muy parecidas a las mías.

Para acabar, me gustaría remarcar que esta rutina es semanal, no diaria; que, aunque pueda parecer agresiva, en mi caso no lo es. Como ya dije, yo solo soy una adicta, no una profesional de la estética, por lo tanto hablo desde mi experiencia personal y sobre todo desde mi piel. Una piel que, a lo largo de estos últimos años, ha sufrido brotes de acné hormonal que me han dejado pequeñas, pero visibles cicatrices y manchas. Siguiendo una rutina de limpieza constante, he de decir que la cosa ha mejorado mucho, tanto que ahora ya no necesito embadurnar mi cara con maquillajes cubrientes y  de acabado mate,  que me daban un aire entre rígido y enyesado… Vaya, tipo momia.

jueves, 27 de noviembre de 2014

El gimnasio

Nadie negará que decidir si ir o no al gimnasio puede llegar a tener la envergadura de un problema existencial. En un primer momento, dejándote llevar por una especie de imperativo categórico, vas a apuntarte, con la seguridad propia de quien ha tomado la decisión correcta. Una vez dado este paso, sabes que tienes que ir, porque no hacerlo es como contravenir a un pacto que has signado contigo misma. Y este es el problema. Si no estás suficientemente motivada, es casi seguro que pronto dejarás de acudir a tus sesiones de entrenamiento.

A mí, los gimnasios no me gustan especialmente, sin embargo he de reconocer que, cuando voy, me siento mucho mejor que cuando decido no ir. Es una realidad: las endorfinas que libera el cuerpo haciendo ejercicio son capaces de aliviar cualquier malestar, físico o sicológico, que tenga.

Entonces ¿por qué me falla la constancia a la hora de ir cada semana? No lo sé. Creo que se debe a cierta vagancia innata de la que me costa desprenderme… Esta debe ser la razón. Si no, no me explico por qué continuo tropezando en la misma piedra: pagar religiosamente mi cuota y no ir.

De hecho, no acudía al gimnasio desde el mes de julio… Me da hasta vergüenza tener que reconocerlo, pero... se acabó! He tomado consciencia de mi estado físico y mental y he decido volver a mi rutina de máquinas y abdominales.

El gimnasio al que voy es muy barato (19,90 euros al mes, incluidas las clases dirigidas) o low cost, como se dice hoy en día, pero dispone de lo básico, está limpio (cosa muy importante) y, sobretodo, está bastante cerca de mi casa. Hay gente de todo tipo: jóvenes, señoras, señores y jubilados. Todo el mundo va a su ritmo y el ambiente es relajado. Por lo menos, a las horas en las que voy yo.

Mi entrenamiento es sencillo y dura aproximadamente una hora y media. Como no hay entrenadores, sino solo responsables de sala, me he montado una rutina de ejercicios que se basa en los “conocimientos” que he adquirido gracias a You Tube y Pinterest. A pesar de no ser lo más adecuado (como no lo es dignosticarse enfermedades y automedicarse no siendo médico), he de decir que me va bien y me siento a gusto.

Por lo que respeta a mi equipo de deporte, uso mallas negras de corte capri compradas en el Decathlon - son cómodas y aguantan bien los lavados-,  camisetas de algodón de colores vivos y unas zapatillas de Nike muy alegres que compré en los Estados Unidos. En mi mochila también llevo un botellín de agua, unos cascos para escuchar música del móvil, una toalla, un candado para la taquilla, el neceser de ducha con las chanclas de rigor y cuatro duros, por si me entra hambre o me dejo el agua en casa.

Como dice todo el mundo que decide dedicar unas horas a la semana a las actividades deportivas, lo que hace falta para seguir adelante con los buenos propósitos son  constancia y organización. Ambas capacidades muy propias de mi persona... 
Por eso digo que, de momento, solo he vuelto, ahora habrá que ver si aguanto.

sábado, 22 de noviembre de 2014

I have a Wish List!!?

I have a Wishlist!!?

Para los niños, la Navidad, junto con las vacaciones de verano, es el momento más esperado del año. Cuando eres pequeño, padres y abuelos te dicen que tienes que escribir una carta con tus deseos para enviársela a los Reyes Magos o a Papa Noel. Y tú estás encantado de hacerlo, porque sabes que ellos nunca te defraudarán. Como trabajan solo en señaladas fechas, seguro que curran para que todos los niños del mundo estén contentos. Luego la experiencia te enseña que hasta ellos pueden meter la pata y traerte lo que no has pedido… Pero, bueno, no pasa nada porque eso también es crecer.

Una vez adulto, la costumbre de escribir cartas en Navidad se transforma en compilar listas llenas de cosas que hacer. Las listas son mucho menos elaboradas que las cartas. No tienen que seguir pautas formales específicas, solo tienen que mostrar, por orden de prioridad, los cometidos con los que hay que cumplir. Es evidente que las listas no tienen ni la mitad de la gracia de las cartas. Pero cada tipología textual responde a una determinada situación comunicativa, por lo tanto, allá donde las cartas entretienen, las listas despachan rápido.

Las mujeres que tenemos una ligera adicción a recolectar maquillaje y productos de belleza en general, en esta época del año, no hacemos listas, preparamos Wishlists! Y así nos parece que volvemos a creer, aunque solo un poquito, en Papa Noel y los Reyes Magos como cuando éramos niñas…

Cumpliendo con la tradición navideña, presento aquí, con toda la modestia y la parsimonia de que soy capaz, un esbozo de Wishlist, ya que no excluyo que, dentro de unos días, mi deseos hayan cambiado o hayan aumentado de número.


Guerlain: Limited Edition Maxi Shine Lip Gloss, 920 Rouge Parade. Es un gloss muy brillante, de un color rojo sangre - por lo que se intuye de las imágenes que hay colgadas en la red. He de decir que no soy muy amiga de este tipo de labiales. Suelen ser muy pegajosos, hasta el punto que, al primer golpe de aire, los mechones de pelo suelto quedan enganchados a los labios. Pero dicen las leyendas urbanas que eso no pasa si llevas Guerlain! Ya veremos. 

Dior: Diorific vernis 762 Shock y 990 Smoky. De las dos me gusta más la segunda, por su color lila intenso, pero si alguna alma benévola quiere regalarme las dos, no hay ningún inconveniente.

Marc Jacobs: Beauty Eyeliner Gel Eye Crayon in black; O mega Bronze Perfect Tan; Enamored Hi Shine Nail Laquer Limited Edition. Puede que esté pasando un poco, pero he oído muy buenas críticas sobre sus polvos de sol de color universal y, siempre en búsqueda de mejorar el tono cetrino de mi piel, me gustaría probarlos. Tengo ya un lápiz de ojos de MJ y he de decir que me gusta mucho: el color es marrón oscuro con un toque "líquido" que le da un aire diferente a los típicos marrones.  


He de admitir que aún no he visto ni tocado con mano los productos de la lista que forman parte de las  Holidays Collections , ya que en mi Sephora de diario no estaban. Por eso, puede ser que una vez los vea, no me acaben de convencer... y tenga que trazar otras coordenadas para mis Reyes.

jueves, 20 de noviembre de 2014

El origen de las cosas

En mi vida anterior fui filóloga clásica. Estudié durante muchos años griego y latín, historia de Grecia y Roma, arte y literatura. Estudié con pasión, dedicación y esfuerzo porque en las palabras de los antiguos encontraba el sentido de todo lo que, a primera vista, no entendía.

La antigüedad clásica me fascinaba. En parte hoy aun me fascina, sobre todo cuando miro hacia atrás y me veo a misma, encerrada durante horas en una habitación llena de libros y papeles. En ese mundo se concentraba, para mí,  la quintaesencia de la elegancia. Sé que la imagen que tenemos de la Grecia antigua no corresponde a la realidad histórica, que no todo era luz y razón, que los templos y las estatuas estaban pintadas de vivaces colores... Pero, incluso así, hay que admitir que la harmonía de las formas, la distribución de los volúmenes así como la simetría de las construcciones sintácticas, ilustran el concepto occidental de equilibrio.


Este concepto se puede reducir a una palabra: cosmos. Cosmos significa “orden” y se opone, como un antónimo, a la palabra caos. Caos es lo que hay en el principio de los principios, mucho antes que los dioses fuesen ni tan siquiera imaginados. El cosmos nace del caos, de aquellos elementos primordiales que no tienen tan solo consciencia de existir. Se necesita orden para que todo pueda empezar. Y orden para los griegos es belleza. De hecho, de cosmos deriva cosmética. La cosmética es la búsqueda del orden entendido como belleza. Por eso, para los griegos, lo que es bello también es bueno.

Escribía John Keats (1795-1821), perdido en la contemplación de una urna griega:

Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»...
Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.


Es bonito conocer el origen de las cosas, es decir, el origen de las palabras… que viene a ser lo mismo, ya que las cosas sin nombre simplemente no existen.

martes, 18 de noviembre de 2014

Los ojos

Los ojos son el espejo del alma. Mirad a la auctoritas! Cuantas veces nos lo han recordado... Sin duda es un tópico. Y de tanto escucharlo, como todos los tópicos, este también ha perdido su gracia original. Pero podemos decir que, también como todos los tópicos, dice la verdad. Nuestra mirada nos delata a menudo, hasta cuando hacemos todo lo posible para disfrazar nuestras emociones.

Pero los ojos – para ser más exactos, la piel que los rodea- son también el espejo de la edad. Cuando pasas la frontera de los treinta, aunque no tengas arrugas marcadas, igualmente vas notando que a tu cara le está pasando algo. Ya no te ves como antes. Parece que, de forma casi imperceptible, el conjunto de tus volúmenes va cediendo a la fuerza de la gravedad. Puede ser que no quieras admitirlo, pero por tus adentros empiezas a entender que, por mucho que te esfuerces en no querer verlo, te vas haciendo mayor.

Personalmente, hace unos años que tengo 35 y pienso quedarme aquí mucho tiempo más. No me importa. Estoy contenta así. Es cierto que, para conseguirlo, tengo que hipotecar parte de mi sueldo... Y castigarme con una rutina larga y tediosa. Antes no era así. He de confesar que, según como, podía llegar a meterme en la cama sin desmaquillarme. Arggg!

La piel del contorno de los ojos es la más frágil. La mía encima es muy sutil: siempre ha dejado entrever a los demás los pequeños vasos sanguíneos que la alimentan. Pero, como he dicho, antes esto no me importaba mucho. Convivía con mis ojeras, oscuras de verdad – tipo oso panda, para que nos entendamos – sin hacer uso de corrector alguno.

He de decir que el corrector es para mí un producto muy antipático. Aun hoy a mis 35 años soy reacia a ponérmelo. Y, si de bases tengo unas cuantas, de correctores solo tengo uno, dos si cuento el iluminante. Soy de aquellas personas que prefieren el cuidado de la piel al camuflaje.

Antes de continuar, me gustaría precisar una cosa, porque creo que aún no lo he hecho. Como la mayoría de las mujeres a las que nos gusta el mundo de la skin care y del make up (a que ha sonado bien?!), yo tampoco soy una profesional de la estética. Más bien soy una adicta. Por eso, lo que escribo aquí es simplemente el resultado de mi experiencia personal y no quiere ser un decálogo para las demás. Todas encontramos nuestra rutina y esta es la mía… de los últimos meses.

Desde hace un año, he optado para utilizar dos cremas de contorno: una para el día y otra para la noche. Básicamente, necesito nutrición, porque noto que al final del día la piel se me reseca bastante, haga frio haga calor. Además necesito algo que me desinfle los párpados a primerísima hora de la mañana que es cuando me levanto.

He probado muchos productos, de alta perfumería y de medio coste, bio y de farmacia… Tengo la curiosidad de un simio africano y puede que por eso aún no haya dado con el contorno perfecto. Lo único que tengo claro es que tiene que tener una consistencia untuosa y mantener la sensación de hidratación a lo largo del día laborable.
Ahora me ha dado para volver a una marca que conocía de antes… En el ámbito de la skin care como en economia también es cuestión de ciclos…

Los dos productos que ahora mismo estoy utilizando son de la marca Kiehl’s. Kiehl’s, como muchos ya saben, es una casa americana, heredera de una antigua y entrañable farmacia de Nueva York fundada en 1851. Una larga tradición sin duda… evidentemente hoy la farmacia en si ya no existe: ha quedado fagocitada dentro de una compañía de dimensiones despropositadas que engloba otras grandes marcas. Sin embargo, la magia del márquetin es muy poderosa y cuando entras en una de las tiendas de Kiehl’s tienes la sensación de entrar en una especie de botica de las de antaño.


Más allá de todo esto, queda que sus productos son bastante buenos, aunque algunos contengan parafina líquida o alguna que otra silicona… Pero no quiero ponerme en modo talibán, todo lo contrario. Las dos cremas para el contorno de ojos que he comprado me gustan mucho y las utilizo con constancia cada día desde hace casi dos semanas. Son las siguientes:

  • Powerful Wrinkle Reducing Eye Cream (37,50 euros)

En la página web, dicen de ella que contiene Cobre PCA y Calcio PCA, que "repara visiblemente las arrugas y refina la textura de la piel".


  • Midnight Recovery Eye (28,50 euros)
En la página web, dicen de ella que "disminuye la apariencia de las lineas de expresión; reduce bolsas y ojeras; está libre de parabenos, aceites minerales y siliconas".

De momento, solo puedo decir que amb son confortables, tienen una textura agradable y mantienen el contorno de ojos bastante hidratado. Pero también he añadir que yo tengo un aliado valioso del que os hablaré en otra entrada, cuando esté más segura de las combinaciones cabalísticas que estoy haciendo. 

Para acabar, yo las he comprado en el corner Kiehl’s del Cortes Inglés de la plaza de Catalunya de Barcelona, en una de mis incursiones del jueves al mediodía. Esta vez de verdad necesitaba los productos, pues se me habían acabado los anteriores.