En estos largos meses de silencio han pasado muchas cosas en mi vida.
La más significativa quizás haya sido el cambio de trabajo. No es que haya cambiado de profesión. Después de tantos años, hubiera sido como cambiar de identidad. Pero sí he cambiado de centro. Vamos que estoy en otro sitio, haciendo lo mismo.
He de decir que el nuevo ambiente, supongo que por ser nuevo, me parece mejor. Como mínimo, me parece bastante normal, si este adjetivo tiene algún sentido hoy.
De mientras he seguido comprando. Las aficiones no hay que abandonarlas. Sin embargo, tengo que admitir que he comprado menos porque mis finanzas estan un poco... débiles, en fase de convalecencia.
Mi marido no estaría del todo de acuerdo conmigo porque, para él, cualquier cosa que no esté en la lista de la compra del súper es un capricho. Ya sé cómo piensa, però lo quiero igual.
A ver, hablando de novedades interesantes en el ámbito de la belleza, durante mi letargo, han aparecido productos y tendencias... Pero, ahora que estoy de vuelta, me apetece hablar de mi obsesión principal: el paso del tiempo y sus estragos.
El 2017 empieza con la lista de buenos propósitos de todos los eneros y lunes del mundo. Este año quiero dar paso a mi motivación con un plan renove muy articulado que abarque todos mis frentes.
Quiero dedicar los próximos posts a los complementos alimenticios que estoy tomando y a la rutina de ejercicios que estoy siguiendo. Además, dentro de pocos días, empezaré a utilizar un chisme nuevo para el mantenimiento de una piel joven y jugosa.
Vislumbro un horizonte nuevo: el del mágico mundo del antiaging. Y quiero compartir mis últimos descubrimientos con todas las mujeres que, como yo, creen que la belleza- en todos sus aspectos- puede dar sentido a nuestras vidas.
Alessandra
Gracias
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