martes, 2 de diciembre de 2014

Los domingos mi casa es un spa

El transcurrir de los días de la semana marca y define el ritmo vital del trabajador. Los lunes son traumáticos: caras largas y somnolientas entre los pasajeros del autobús lo delatan. Los miércoles parece que las cosas mejoran, ya se ha llegado al ecuador. Los viernes son jauja, a pesar del cansancio acumulado.

Cuando llega el fin de semana, pero hago de todo menos descansar. Sigo trabajando en asuntos más cotidianos, de supervivencia familiar. El sábado me levanto pronto, recojo, pongo una lavadora, desayuno, me ducho, me maquillo y salgo para mi clase de inglés. Luego, voy corriendo al súper, hago la compra de la semana, vuelvo a casa, ordeno lo que he comprado, empiezo a preparar la comida, tiendo la lavadora… Me ahogo con solo escribirlo, sin embargo estoy segura que la mayor parte de la mujeres saben de qué estoy hablando.

Los domingos por la mañana ahondo más en mi papel de maruja, pero, cuando acabo de hacer todo lo que  tengo apuntado en mi lista de labores del hogar… Mi casa se transforma en un spa, por lo menos durante un par de horas… Unas dos horitas a la semana que puedo dedicar al cuidado personal. 

Antes de seguir, he de admitir que cada día dedico unos minutos, tanto por la tarde como por la mañana, a mi mantenimiento. Pero los domingos me entretengo en una skin care más cuidadosa. A continuación, voy a explicar qué “protocolo de actuación” suelo seguir.



En primer lugar, humedezco mi cara con agua tibia y procedo a aplicarme Purity de Philosophy, un producto de limpieza facial que quita los residuos de maquillaje sin resecar la piel. Me gusta mucho su consistencia tipo gel y el hecho de que haga una espuma poco espesa, pero a la vez muy eficaz. El único problema es que aquí en España no se vende, hay que comprarlo por internet (por ejemplo, en www.skinstore.com).


En segundo lugar, aplico un exfoliante de Kiehl’s que se llama Epidermal Re-Texturizing Micro-Dermabrasion. A pesar su nombre casi amenazador, es una crema bastante agradable al tacto, que contiene abundantes gránulos muy pequeños de origen vegetal. Es evidente que el grado de agresividad del producto va ligado a la intensidad con que se efectúe el masaje sobre la piel. A masaje delicado, exfoliación suave; a masaje contundente, escozor evidente (rima interna). El resultado es un buen peeling: la piel se ve muy limpia y sin irregularidades. Se puede comprar en las tiendas de la marca o en los corners Kiehl’s del Corte Inglés.

El tercer paso consiste en la aplicación de una mascarilla bastante famosa entre las seguidoras del mundo beauty. Se trata de la GlamGlow caja negra, como la llamo yo. Está preparada a base de minerales volcánicos, argila marina y hojas de té verde. La consistencia es fangosa – de hecho, parece un barro gris – y los fragmentos de hojas son muy grandes. Hay que aplicarla, evitando como siempre la zona del contorno de ojos, creando un estrato no muy espeso que se seca en unos diez minutos.
La sensación que da, en un primer momento, es de calor difuso, que va disminuyendo a medida que pasan los minutos. Una vez retirada con agua tibia, la piel queda ligeramente enrojecida, pero muy compacta y de tono igualado. Se puede encontrar en las tiendas de Sephora.

Como último paso, extiendo con un disco de algodón unas gotas de tónico de Clarins que se llama Doux Exfoliant. Lotion de clarté a base de tamarindo y ortiga blanca. Que no os de miedo este último ingrediente, el tónico no es para nada irritante, al contrario deja una sensación de alivio y frescor. Las instrucciones de uso recomiendan que se deje actuar un minuto antes de proceder a la aplicación del producto hidratante. Compre este producto siguiendo el consejo de mi amiga Berta  (www.bertalabs.blogspot.com), mujer de ojo avizor, que tiene unas exigencias muy parecidas a las mías.

Para acabar, me gustaría remarcar que esta rutina es semanal, no diaria; que, aunque pueda parecer agresiva, en mi caso no lo es. Como ya dije, yo solo soy una adicta, no una profesional de la estética, por lo tanto hablo desde mi experiencia personal y sobre todo desde mi piel. Una piel que, a lo largo de estos últimos años, ha sufrido brotes de acné hormonal que me han dejado pequeñas, pero visibles cicatrices y manchas. Siguiendo una rutina de limpieza constante, he de decir que la cosa ha mejorado mucho, tanto que ahora ya no necesito embadurnar mi cara con maquillajes cubrientes y  de acabado mate,  que me daban un aire entre rígido y enyesado… Vaya, tipo momia.

2 comentarios:

  1. Me parece que el domingo me voy a pasar por el spa del que hablas que me hace muuucha falta!!!

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  2. Cuando quieras! Eres la bienvendida! Bueno, también podríamos salir a dar una vuelta por el centro, que ahora está bien bonito. Ciaooo

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