lunes, 16 de febrero de 2015

Grandes preguntas



En Catalunya hay una frase hecha que dice “Qui dia passa, any empeny”. Parafraseado, el refrán popular nos enseña que quien es capaz de aguantar un poco el peso de los días, ve cómo rápido se le pasa el año. Un invito a resistir al trabajo diario, por aburrido que sea; un invito a sobrellevar la carga como mejor se pueda.

Esta filosofía está a la base de la aceptación de cualquier estatus quo. Es la filosofía del “vamos tirando”, reflejo de una disposición a la conformidad. Una conformidad necesaria, ya que el tiempo nadie puede pararlo. Sin embargo, aunque me hayan explicado muchas veces las ventajas del conformismo, a mí nunca me han acabado de convencer.

Es evidente que tengo un problema de aceptación de la realidad. Me siento moralmente dividida entre el estoicismo de quien sabe resistir y la flaqueza de quien espera que los momentos duros simplemente pasen al ritmo de las agujas del reloj.

En otro post, escribí que esto del no querer crecer, me viene de herencia, y que con la genética no hay nada que hacer. Para muestra, un botón, como dice mi amiga Ana Isabel, mujer lista donde las haya. 

Tenía un tío, hermano de mi padre, a quien le gustaban mucho las mujeres. Durante toda su vida, siempre que pudo, alardeó de novias y amigas con derecho a roce. Era un hombre menudo, con una sonrisa cautivadora y una mirada pícara. Y bien, nunca hablaba de la edad, para él el paso del tiempo simplemente no existía. Habiendo olvidado esta dimensión, su existencia transcurría plácida, en el recuerdo de una infancia lejana, absorto en una juventud eterna. Así vivió muchos años y se fue de mayor.

Puede ser que este sea el truco: simplemente olvidar que existe el tiempo externo y dejarnos llevar. El hecho de no tener veinte años no puede impedirnos de aprender, de avanzar, de mejorar, de ser parte de este mundo que se mueve vertiginosamente… Hoy ya no somos nuestras madres. Podemos seguir aspirando a hacer algo que no sea lo de cada día. Podemos dejar de lado aquella resignación de alma obrera que acepta, sin más, un destino que otros escriben para ellas.

Ya sé que llegará un momento en el que tendremos que parar, como paró mi tío, pero por lo menos, cuando eso pase, que podamos mirarnos al espejo y decirnos, bien convencidos, que hemos vivido lo más intensamente que hemos podido. Sin miedo a envejecer.

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2 comentarios:

  1. Como siempre me cautivas con tus reflexiones. Me halaga que alguien como tu me vea como mujer lista, pero lista lo que se dice lista........ Es posible que el truco sea no pensar en el paso del tiempo, dificil. Ya sabes. Un beso
    Una " química"

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    1. Hola, qué ilusión! Y tú sabes que es como yo te veo: inteligente y equilibrada. Las circumstancias de la vida a veces no nos acompañan y hacen que todos parezca gris... pero lo que cuenta es el fondo de las cosas y de las personas.
      Gracias por seguirme.
      Fins demà!

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